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Fermento para divinizar a los hombres

Se hace necesario un fermento, una levadura que divinice a los hombres y, al hacerlos divinos, los haga al mismo tiempo verdaderamente humanos. Aun muchos de los que se llaman discípulos de Jesús, aun los que se muestran oficialmente piadosos, tienen necesidad de fermento. La levadura hace la pasta tierna y ligera, la esponja, la elabora, dándole las condiciones propias para la alimentación. Sin fermento, la harina y el agua no producirían más que una masa compacta, indigesta, malsana.

Dios Nuestro Señor, en medio de las grandes deserciones, siempre se ha reservado un resto de hombres fieles, que actuasen en la masa como levadura. Volverá un resto, un resto de Jacob, al Dios fuerte; porque, aunque fuera tu pueblo, Israel, como las arenas del mar, solo un resto volverá22; el fruto restante queda en el olivo, cuando se sacude, cuando se hace el rebusco23, decían los profetas. También en el tiempo presente –escribía San Pablo a los romanos– ha quedado un resto, en virtud de una elección hecha por pura gracia24. Jesús puso como levadura unos pocos: aquel grupo de hombres santos y de santas mujeres, que colaboraban con los primeros, en cuyos corazones había hecho una siembra maravillosa.

Notas
22

Is 10,21-22.

23

Is 24,13.

24

Rm 11,5.

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